La mejor manera de afrontar que todo está perdido es negándolo. Siempre hay esperanza.
Alegría y gozo llenan mi corazón. Tengo una paz inesperada. Será que hoy los hombres resucitan. Será que el aire sopla hacia la orilla y la tempestad se ha vuelto inerte templando las olas.
Camino hacia la fresca hierba que empapa los valles apartados de casa, valles que son acariciados por el río que pasa. Salgo del pueblo, que está de fiesta; caminaré hasta encontrarme a solas con la luna llena, para tumbarme cerca del río a ver los fuegos artificiales que el pueblo revienta.
A mi derecha, nunca voy solo, tengo a mi prometida, futura esposa, que me da la mano para ver la escena. Le encanta estar conmigo, no he visto cosa igual. A mí me encanta ella. Y me encanta la alegría del Ser, la de vivir, la de nacer y descubrirme en fiesta y enamorado.
Será que el mundo no es solo angustia, rabia y anhelo; también es Ser, caricia y consuelo. La presencia de amor en la realidad es desmoronante, sobre todo cuando uno tiene paciencia y sabe vivir con el corazón amante. La brisa marcará el lugar de la redención por su fragor y la resurrección se encenderá en nuestras almas fulgurantes.