person standing on a snow covered ground

Defensa de la poesía una vez más

Martes 25 de abril de 2023, tarde soleada y solanera, en la calle madrileña de Serrano, siempre bulliciosa: gente que se afana en los negocios o en las compras, bastantes turistas, y ruido, mucho ruido.

Entro en el número veinticinco, donde tiene la sede el Centro Riojano de Madrid, cruzo el patio interior del edificio, elegante y señorial, y accedo al salón Gonzalo de Berceo. Detrás del estrado, ocupa todo el fondo una panorámica de San Millán de la Cogolla; en las paredes laterales, fotografías de otros enclaves riojanos e información sobre algunos eventos. Son la siete de la tarde, nos hemos reunido allí unas veinte personas, para asistir a la presentación de Huellas de tránsito de Beatriz Villacañas.

Intervienen la autora y María José Mielgo Busturia, escritora y promotora de la colección “Para quitarse el sombrero” y de la editorial Literarte, que ha viajado desde Bilbao para participar en el acto. Ella nos da la bienvenida, nos presenta a Beatriz y nos habla brevemente de la editorial y de la colección mencionadas. Después cede la palabra a la autora.

Los siguientes minutos pasan volando, mientras Beatriz va leyendo algunos poemas y aforismos de su libro, acompañados por comentarios y recuerdos deliciosos, como la relación con su padre, Juan Antonio Villacañas, gran poeta, renovador de la lira –combinación métrica, casi olvidada, que tuvo su esplendor en el Siglo de Oro–, el eco de sus libros en México o en Argentina, las traducciones de Shakespeare, Toledo… Al cerrar el acto, María José Mielgo hace hincapié en el valor de la amistad y de la honradez como norte en el que movernos, por encima de otras consideraciones.

Son casi las ocho cuando vuelvo al calor y al ruido, pero no salgo a la calle como cuando entré, unos sesenta minutos antes. En el autobús que me lleva a casa, intento aislarme, en la medida de lo posible, abro el libro que estoy leyendo, de tema memorialista, y se produce un hecho curioso, aunque pasan unos minutos hasta que me doy cuenta: estoy leyendo la prosa de May Sarton en La casa junto a la playa como si recitara poesía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *