El potencial humano no está en el talento o las capacidades naturales que tiene uno. El potencial no está determinado por los genes o por aquello con lo que se nace. No es algo para unos pocos.
El potencial, más que en el talento está en la pasión (la motivación), más que en la pasión está en la virtud (trabajo, esfuerzo y hábito), más que en la virtud está en la actitud (mi mentalidad) y más que en la actitud, está en la integridad de mis valores y proyectos (aquello en lo que creo y que persigo como sentido de mi vida).
Lo más importante para desbloquear el potencial de una persona es definirse: saber quién soy y qué es lo que quiero. Lo segundo es trabajar para desarrollar las virtudes y actitudes personales que necesitamos para lograr ese proyecto. Lo tercero es que nunca falte pasión. Y lo último, desarrollar los talentos necesarios, que se desarrollan fácilmente sobre la marcha.
Lo que más llama la atención es el talento, pero francamente, es de todos estos ingredientes, el menos importante.
Todos tenemos un talento y un potencial increíble latente esperado a ser descubierto y desarrollado. Y lo bueno es que la clave para desarrollarlo es la más accesible: sencillamente, una mentalidad adecuada.
Esta clave no es algo reservado para unos pocos afortunados, sino algo que todos podemos recibir. La mentalidad adecuada se desarrolla formándose, leyendo, escuchando y admirando a personas que ya tienen ese éxito en el área que buscamos… Se recibe por inspiración.
Y esto es aún más grandioso: la actitud del éxito se recibe, no es mérito nuestro. Paradójicamente, el mayor éxito requiere de humildad: tenemos que aprender a recibir para dejarnos ayudar, inspirar.