LA PASAJERA

Ópera. Teatro Real, Madrid. Marzo de 2024.

El Teatro Real de Madrid ofreció desde el día 1 hasta el día 24 del pasado mes de Marzo numerosas funciones de la formidable ópera del compositor ruso-polaco Myesczyslaw Weinberg (1919-1996) «La Pasajera» con una solvente y atractiva puesta en escena, un magnífico elenco vocal encabezado y una extraordinaria dirección musical que logró una espléndida respuesta orquestal.

En efecto, Weinberg, represaliado por el estalinismo, fue un magistral compositor, admirado por sus contemporáneos rusos, polacos, ucranianos y lituanos -siendo comparado incluso con el gran Dmitri Shostakovich- y cuyo legado musical está siendo reivindicado y recuperado desde hace algunos años con gran éxito de crítica y público, debido a la excelsa calidad y belleza de su música ya sea politonal o atonal, pero siempre, sólida, versátil, hermosa y fascinante.

La impresionante ópera «La Pasajera» es una muestra concluyente de todo lo expuesto. A partir de un notable argumento muy bien desarrollado (en un barco que hace la travesía Europa-Brasil tras finalizar la II Guerra Mundial, una ex-guardiana alemana de las SS en Auschwitz reconoce a una enigmática pasajera de nombre Marta como una antigua prisionera del campo de concentración) en un libreto sin mácula, sólido y convincente, Weinberg compone una música de un dramatismo imponente, emocionante y trágico, pero también cargada de un intenso lirismo, fuerza poética y simbólica. El montaje resultó magnífico en lo escénico gracias a la propuesta y acertada visión de David Poutney (así como la escenografía y decorado de Johan Engels), con un magnífico movimiento de los cantantes, coro y figurantes enmarcado en una puesta en escena limpia y coherente, dividida en dos planos (superior el trasatlántico, inferior Auschwitz) siempre a la vista frontal del público, con excelentes vestuario e iluminación.

Igualmente, en lo musical se alcanzó un altísimo nivel, gracias al amplio y extraordinario elenco vocal que resolvió con acierto y probidad los comprometidos roles, especialmente los de los tres protagonistas -la pasajera, que cantó espléndidamente Amanda Majeski, su prometido prisionero en Auschwitz, que encarnó Gyula Orendt y la antagonista, guardiana de las SS, Daveda Karanas-, así como las prisioneras compañeras de barracón de la pasajera, todas ellas excelentes (a destacar Anna Gorbachyoba-Ogilvie, Olivia Doray, y Lidia vinyes Curtis).

Especial mención merece la soberbia dirección musical de la joven y extraordinaria directora lituana Mirga Grazinyte-Tyla, gracias a una implacable cuadratura rítmica, magnífica división de planos para obtener un fraseo claro de coro y orquesta, claridad en metales y percusiones (muy abundantes), amplio espectro dinámico, contundencia en los clímax y asimismo, momentos de sublime impresionismo, intimismo y lograda emoción. Gran y justificado éxito de una de las óperas indiscutibles del repertorio del siglo XX.

LUIS LÓPEZ-HERMOSO AGIUS

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